sábado, 30 de enero de 2010

Temas ACMA 2







Refugio para hombres maltratados



Inder Bugarin Ámsterdam

Es difícil para muchos hombres admitir que son víctimas de violencia doméstica.
La capital de Holanda tendrá un nuevo centro de atención para personas maltratadas, pero a diferencia de los ya existentes, éste no está diseñado para la protección de mujeres, sino para víctimas del sexo masculino.

Será ante todo un refugio para padres de familia golpeados por su esposa, jóvenes agredidos en su vecindario, homosexuales rechazados y musulmanes extranjeros desertores de su religión y desafiantes de tradiciones como la prohibición de los matrimonios con personas de otra cultura.
HOMBRES MALTRATADOS: ¿TABÚ?


"Hace 40 años, el maltrato a la mujer era un tabú; hoy presenciamos un fenómeno similar en relación con el hombre, quien por honor ha guardado silencio durante mucho tiempo", le dice a BBC Mundo, Cecilia Pérez Yánez, Coordinadora del Centro de Ayuda a Víctimas del Honor, una unidad de trabajo de la organización Blijf Groep.

"Pero finalmente las cosas están cambiando y el gobierno holandés ha decidido hacer frente a un problema que hasta ahora no había sido reconocido pese a estar presente todos los días en nuestra sociedad", explica.

Las víctimas
El programa arranca formalmente el próximo 1º de octubre y busca ayudar a tres tipos de víctimas: la que necesita ayuda psicosocial, la que tiene un problema que puede gestionarse con la intervención de la policía y la que corre peligro de muerte y requiere incluso de una nueva identidad.

Hace 40 años, el maltrato a la mujer era un tabú; hoy presenciamos un fenómeno similar en relación con el hombre, quien ha guardado silencio durante mucho tiempo
Cecilia Pérez, Centro de Ayuda a Víctimas del Honor

El programa tiene una capacidad inicial para proteger a dos personas en el caso de riesgo de muerte, y se espera que en los próximos meses el abanico de seguridad abarque a 10 individuos.
En estrecha colaboración con la policía, se evaluará la situación de cada una de las víctimas.

Por ejemplo, para el hombre maltratado en el hogar, se tienen previstas sesiones de una hora y media por semana para hablar con la pareja y tratar de cambiar el comportamiento de la mujer golpeadora.

En los casos donde esté en peligro la integridad de la persona, se brindará un refugio secreto y de ser necesario hasta una nueva identidad para iniciar una nueva vida.

Eje impulsor
La investigadora Cecilia Pérez, explica que la idea del proyecto surgió en 2005 cuando la organización registró la llegada de hombres maltratados durante la aplicación de un programa destinado a la rehabilitación de varones golpeadores de mujeres.

"Hasta esa fecha reinaba el pensamiento universal de que el asunto del maltrato afectaba sólo a mujeres, pero con el tiempo los hombres han comenzado a salir del armario denunciando que ellos también son agredidos", sostiene la coordinadora.

Tradicionalmente se ha prestado más atención al problema cuando las víctimas son mujeres.
Pero el caso que despertó la atención de las autoridades fue el de un holandés y una jovencita turca que tuvieron que pedir auxilio de la policía debido a que el padre y los primos de ella había amenazado de muerte al novio.

"Ambos acudieron a la policía, pero al tratarse de una menor de edad, las autoridades se vieron obligadas a contactar a los padres.

"Afortunadamente se encontraron pruebas de la amenaza y fue posible encarcelar al padre y a un primo, pero al no haber garantías de seguridad y tampoco un refugio seguro, el joven tuvo que dejar el país y romper con la relación amorosa", recuerda.

Las ciudades de Utrecht, Rotterdam y La Haya también participan en el nuevo programa con proyectos piloto de una duración inicial de 18 meses y un presupuesto aproximado de US$295.000 por localidad.

Realidad innegable
Más allá de los testimonios recabados por el Centro de Ayuda a Víctimas del Honor, el Buró Central de Estadísticas (CBS por sus siglas en holandés), certifica la existencia del problema, así como también el cambio de actitud por parte del hombre para hacer pública la denuncia.

El último estudio de CBS sobre violencia en el hogar, muestra un aumento de las denuncias que pasaron de 1.450 en 2001 a 4.300 en 2003, y de las cuales el 14% fueron hechas por hombres, la mayoría relacionadas con agresiones físicas.

En entrevista con BBC Mundo, el sociólogo y autor de diversos estudios en la materia, Jos Kuppens, afirma que estas cifras muestran que la mujer puede ser tan violenta como el hombre y por la desventaja física, en la mayoría de las agresiones se utilizan armas, como cuchillos y otros utensilios de cocina.
"No se sabe con certeza si la proporción de las víctimas masculinas está aumentando; lo que sí es seguro es que hay una mayor atención al problema", asegura Kuppens.


Fuente: BBC MUNDO, Miércoles, 24 de septiembre de 2008 - 16:59 GMT

Temas ACMA 1

Condenada una mujer por una acusación falsa de maltrato


Intentó hacer creer que una lesión producida hace años por un accidente se la había causado su ex marido al golpearla

JOAQUÍN MANSO / Madrid

Le hizo pasar un calvario de seis años a su ex marido, le obligó a vivir durante meses fuera de su domicilio, lo arrastró por 20 juzgados distintos, lo apartó de sus hijos y llegó a acusarlo de violarlos. Ahora, la Audiencia de Salamanca ha condenado a esa mujer por denunciar falsamente el maltrato de su ex esposo: en una de sus múltiples denuncias, intentó hacer creer que una vieja lesión causada por un accidente ferroviario se la había producido él al agarrarla por el cuello. No coló.
La resolución, de finales del año pasado, es una de las escasísimas sentencias condenatorias que se producen en España contra una mujer que denuncia falsamente malos tratos. En este caso, el Ministerio Fiscal apoyaba su condena, lo que también resulta insólito: según las últimas cifras disponibles, en 2008 sólo abrió 19 investigaciones por denuncia falsa entre casi 50.000 procedimientos en total.
La sentencia, que es firme, condena a M. T., de 44 años, a una multa de 1.800 euros -se le aplica una pena atenuada porque padece una personalidad paranoide- y a indemnizar a su ex marido con 5.000 euros.
El tribunal critica la «contundencia» de la actuación procesal de la mujer: primero, «relata ante los servicios sociales y ante la Policía ser víctima de malos tratos por parte de su marido [...], relatando un fuerte agarrón en el cuello [...]. Y lo hace reiterando que ella no quiere denunciar, como quien tira la piedra y esconde la mano»; segundo, «abierta la maquinaria judicial contra su marido, con toda la penosidad que ello conlleva, no trata de paliar efecto alguno»; tercero, «y para que no quede duda de su actitud, las resoluciones de sobreseimiento y archivo por tales hechos son recurridas».
La Audiencia relata cómo existen dos informes médicos forenses que descartan que las lesiones sean compatibles con malos tratos y las vinculan con un accidente ferroviario que sufrió en 1995.
La resolución destaca «la sarta de litigios habidos en este matrimonio» y que «el temor y el desasosiego que se le han generado como consecuencia de ello son notorios».
En conversación con EL MUNDO, el afectado -que pertenece a la Asociación de Padres de Familia Separados de Salamanca, que le ha representado en el juicio- relató el «calvario» que vivió desde 2003. Según dijo, padeció cinco denuncias penales, algunas de ellas por hechos gravísimos, como la que le acusaba de violar a sus propios hijos. Todas han sido archivadas, pero sólo una ha terminado en una condena por denuncia falsa.
Esa actuación favoreció que los jueces le concediesen a ella una pensión «elevadísima, para vivir muy bien». Además, él se vio obligado a «arrastrarse por 20 juzgados» ante los reiterados incumplimientos del régimen de visitas por parte de la madre, que se llevó a los niños a Zaragoza -a cientos de kilómetros de Salamanca-, y que han acabado provocando que se le otorgue a él la custodia. Sufrió una orden de alejamiento que le impidió acercarse a su propia casa y tuvo que ser realojado 10 meses por un familiar.

Fuente: EL MUNDO,Miércoles, 6 de enero de 2010. AÑO XXI. NÚMERO: 7.323. EDICIÓN MADRID.coles, 6 de ene

jueves, 28 de enero de 2010

Trastorno mental y suicidio

Los trastornos mentales y el suicidio en el mundo

Hay mayor número de casos en países nórdicos y en los del antiguo bloque del Este.

JAVIER MUNERA

Cada 40 segundos, una persona se suicida en algún punto del mundo. Al año se producen un millón de muertes, aproximadamente, de esta naturaleza. Si hablamos sólo de intentos, deberíamos multiplicar esa cifra por 20. Es común pensar que una persona decide quitarse la vida por estar sumida en una depresión, pero un estudio publicado en 'Public Library of Science' (PLoS) explica cómo otras enfermedades mentales también afectan a la hora de plantearse el fatal desenlace.

La investigación ha podido determinar que existen diferencias entre pacientes de países desarrollados y los que están en vías de ello. Las conclusiones revelan que la mitad de las personas que piensan en suicidarse sufre ansiedad, trastorno bipolar o TDAH, entre otras enfermedades, y esta relación sube hasta los dos tercios en el que caso de los que finalmente llevan a cabo esa voluntad.

El seguimiento de más de 100.000 personas pudo esclarecer que, en países desarrollados, la depresión es muy común entre quienes manifiestan ideas de suicidio, pero cuando se trata de pacientes que ejecutan esos planes, las enfermedades más frecuentes son la ansiedad y los trastornos de control de los impulsos. Cuando se producen intentos de suicidio, sin haber sido planeados previamente, las más habituales son el trastorno bipolar y de conducta.

En cambio, en las sociedades en vías de desarrollo, se descubrió que eran los trastornos de control de los impulsos y los derivados de la dependencia del alcohol o las drogas los más frecuentes en pacientes con ideas de suicidio. Sin embargo, al hablar de intentos por quitarse la vida, la ansiedad se manifestaba en un mayor grado.

El estudio ha sido desarrollado por 23 especialistas, liderados por Matthew K. Nock (Universidad de Harvard), con el objetivo de averiguar qué trastornos se presentan en individuos con conductas suicidas y si se puede hacer algo más para evitar una posible muerte cuando se diagnostica alguno de ellos. Uno de los investigadores es el director de la Fundación Sant Joan de Déu de Barcelona, Josep Maria Haro, quien ha realizado unas 5.500 entrevistas en España.
"El suicidio está presente en todo el mundo, aunque hemos podido comprobar cómo existen zonas geográficas donde se dan con una frecuencia mayor, como los países nórdicos o los del antiguo bloque del Este, en Eslovenia, por citar alguno de ellos", asegura el doctor Haro a elmundo.es.

Investigación a nivel mundialLos autores realizaron un seguimiento en todos los continentes a individuos de 21 países distintos, como África (Nigeria, Sudáfrica), Asia (India, Japón, China), Oceanía (Nueva Zelanda), Europa (España, Bélgica, Italia, Alemania, Holanda, Francia, Rumanía, Bulgaria) o América (México, Colombia, Brasil), con la intención de encontrar vías para reducir el número de suicidios.

Una de las conclusiones que pudieron extraer es que la mitad de quienes intentan quitarse la vida sufren un trastorno mental que se puede diagnosticar. Además, el riesgo de que se produzca esta conducta es mayor en los casos donde se manifiestan conjuntamente varios de los trastornos. Algo que parece quedar claro es que cada trastorno mental puede asociarse a una fase distinta del proceso de suicidio, siendo fundamental el diagnóstico precoz de la enfermedad.

"Estas conclusiones proporcionan un entendimiento más depurado de la asociación que existe entre los trastornos mentales y el suicidio, pero es necesaria una futura investigación para determinar los mecanismos por los cuales la gente piensa en el suicidio y posteriormente pasa al intento", explican los autores.

Fuente: Publicación virtual de El Mundo, España, Estudio en 100.000 personas, 12 Ago 09

Psicoterapia por Internet

La psicoterapia a través de Internet ayuda a la recuperación de los pacientes deprimidos.

Resumen

La psicoterapia a través de Internet es eficaz contra la depresión, tal y como acaba de demostrar un nuevo estudio que ve la luz en la revista 'The Lancet'. De hecho en los últimos años se ha desarrollado material de autoayuda específico sobre esta terapia, que incluye programas informáticos interactivos.

Los autores del trabajo liderados por David Kessler, del Centro Nacional de Investigación de Atención Primaria en la Universidad de Bristol, estudiaron a 119 enfermos que han participado en el grupo de intervención con psicoterapia 'online'. Junto con otros 148 pacientes que formaron el grupo control, fueron reclutados de 55 centros de Atención Primaria de Londres, Bristol y Warwickshire.

Un tercio era mujer, con una media de edad de 35 años. "El grupo de intervención recibió la terapia tradicional más la psicoterapia a través de Internet con un experto en cada sesión, mientras que los que formaron el control siguieron los cuidados normales, mientras esperaban ocho meses a recibir la terapia cognitiva por ordenador", determina el estudio.

La psicoterapia en la Red se administró en 10 sesiones de 55 minutos cada una, a través de mensajes de texto y se prolongó en determinados casos durante 16 semanas. "Un total de 113 de los participantes del grupo de intervención y 97 del control completaron los cuatro meses de seguimiento", aclaran los investigadores.

Así, un 38% de los que la siguieron se recuperó de la depresión en comparación con el 24% de los que recibieron la fórmula tradicional. A los ocho meses, la proporción de pacientes que se había 'curado' en el primer grupo era de un 42% frente al 26% del segundo.

"La terapia cognitiva del comportamiento 'online' en tiempo real con un terapeuta ofrece la flexibilidad y responde al 'cara a cara' de este tratamiento y es apropiada para las personas con síntomas severos", concluyen los autores. Y no sólo. Permite, también, un acceso más equitativo al tratamiento "además de proporcionar un servicio en aquéllas zonas donde no está disponible".

Para acceder al texto completo consulte las características de suscripción de la fuente original: www.lancet.com/

Fuente: THE LANCET. 2009 AGO;374:628 - 634.
[noticias] [21/8/2009]

El terapeuta

La incidencia del self del terapeuta en el proceso terapéutico

Resumen

El estilo de este trabajo es puntuar la incidencia del estilo terapeuta en el proceso de la psicoterapia. Definimos el concepto de estilo de terapeuta como los patrones habituales, únicos de cada persona, que se relacionan con la visión que tiene de si mismo y del mundo, sus creencias, experiencias de vida, momento evolutivo que atraviesa, posición socioeconómica y su estilo afectivo.

Una alta similitud en el sistema de creencias entre el paciente y el terapeuta puede provocar un estancamiento en el tratamiento, como así también, una disonancia puede conducir al abandono del mismo.

Es fundamental que el terapeuta cuente con un espacio de supervisión y entrenamiento con el fin de abordar los siguientes ítems:
1- Aumentar sus conocimientos teóricos, adquirir y fortalecer un marco teórico de referencia necesario para identificar y guiar el proceso terapéutico.
2- Adquirir un amplio abanico de técnicas posibles de implementar en la psicoterapia.
3- Desarrollar habilidades internas que le permitan utilizar su experiencia personal, y desafiar las creencias disfuncionales que actúan como obstáculo en su labor.
4- Capacidad de interactuar y coordinar esfuerzos terapéuticas propios y con otros profesionales-médicos, abogados, psicopedagogos- de modo de tener una visión amplia e integral del paciente.

El poder trabajar adecuadamente estos puntos brinda al terapeuta un mayor repertorio de recursos y favorece la obtención de conductas más flexibles y creativas.

¿Hasta que punto el terapeuta que está atravesando una depresión severa puede ser eficaz en su labor terapéutica?; ¿cómo afectaría a un terapeuta judío atender a un paciente con ideas nazis? ¿Es posible para un terapeuta con principios y valores de justicia atender a un asesino? En síntesis, ¿puede un terapeuta atender a un paciente con creencias muy opuestas a las suyas?
También nos podríamos preguntar acerca de la influencia en los resultados de un tratamiento cuando un terapeuta ha padecido un trastorno similar al de su paciente y ha logrado superarlo. Pensemos, por ejemplo, el caso de un ex-adicto que coordina grupos terapéuticos con personas que padecen una adicción; ¿aumenta este hecho la credibilidad de los pacientes en su terapeuta?
A continuación intentaremos vincular esta clase de interrogantes con la persona, o self del terapeuta, tomando los aportes de autores provenientes de diversas corrientes teóricas que se han ocupado de investigar dicho tema, a los fines de integrar sus ideas en la elaboración de este trabajo.

De acuerdo con la visión de Fernández Álvarez (1996) es posible concebir al “estilo” del terapeuta con los modos de ser constantes, habituales y únicos de cada sujeto que comprenden una serie de factores tales como: sus ideas, creencias, situación vital, experiencia de vida, relaciones interpersonales en general, posición socio-económica, ámbito social, estilo afectivo, religión, procesos emotivos y cognitivos, su propia historia, visión del mundo, flexibilidad, etc.
En todos los enfoques psicoterapéuticos hay un elemento común, dado que la terapia es conocida por personas y la relación terapéutica, en tanto vinculo que se establece entre paciente y terapeuta, es el vínculo para llegar a las metas trazadas.

Existe en general dentro de la comunidad terapéutica una marcada tendencia a ubicarse, adherirse y en algunos casos tomar como un dogma a determinadas corrientes psicológicas, actuando esto como un obstáculo para regenerar otros posibles enfoques y/o alternativas para comprender y ayudar a los pacientes a aliviar su sufrimiento.

No cabe duda que cuando mas sólidos sean los conocimientos teóricos, mayor será el abanico de técnicas que maneje el terapeuta y, cuanto mejor detecte aquello que le ocurre al paciente, podrá realizar intervenciones mas precisas.

Sin embargo, debemos acentuar el papel protagónico que cobra en el proceso terapéutico que cobra el estilo personal del terapeuta, ya que como ha sido demostrado a través de minuciosas investigaciones, tiene una alta incidencia en dicho proceso. Todo ello nos lleva a pensar que el instrumento mas importante de la psicoterapia es la persona del terapeuta, como decía Sadir (1958 P.63).

A partir de sus investigaciones, Frank (1985) enumera una serie de factores que conducen al éxito en las psicoterapias:
• La capacidad que tiene el paciente de sentirse comprendido en un clima de confianza y esperanza;
• Calidad del vinculo entre paciente y terapeuta
• Adquisición de informaciones nuevas, que permiten mayores posibilidades de aprendizaje;
• Activación emocional (donde la empatía, la aceptación y la autenticidad son características del terapeuta que acompañan ese proceso);
• Aumento de la sensación de dominio y autosuficiencia.

Por un lado, es evidente que los pacientes tienden a obtener mayores resultados cuando asignan credibilidad al psicoterapeuta desde su inicio y, por otro lado, es fundamental que el terapeuta pueda armonizar empáticamente, poniéndose en el lugar del paciente, en su marco de referencia, en su cultura, en sus costumbres, sus creencias, sus valores, su manera de percibir el mundo, estableciendo sintonía con este a nivel verbal y no verbal.

Así mismo Beutler (1995) demostró en sus investigaciones que la persona del terapeuta es ocho veces más influyente que su orientación teórica, y/o el uso de técnicas específicas terapéuticas.
Baringoltz (1992 B) desarrolló intensamente esta temática planteando los siguientes interrogantes: ¿Qué determina que algunos pacientes despierten en los terapeutas diferentes conductas, emociones y pensamientos? ¿Por qué los profesionales se sienten mas cómodos con algunos pacientes que con otros? Las respuestas a estas preguntas mantienen relación con el paradigma de los psicoterapeutas y su estilo personal.

A su vez, cabe preguntarse si, al existir aún intensa concordancia en los estilos cognitivos de pacientes y terapeutas, esto pudiera producir un estancamiento en la psicoterapia.

Al respecto, Baringoltz (1992 a) plantea: “consonancias significativas entre los sistemas de creencias de terapeuta y paciente, o un alto grado de complementariedad de los mismos, provoca estancamiento en los tratamientos, así también las disonancias importantes provocan falta de empatía, rechazo, irritabilidad y frecuente abandono del tratamiento”.

A modo de ejemplo, un terapeuta con alta exigencia que atiende a un paciente con ideas perfeccionistas acerca de cómo trabajar; ¿podría provocar un estancamiento en el proceso terapéutico? Dado que ambos tendrían una igual concepción acerca de la modalidad de cómo se debe trabajar, ¿sería acaso mas difícil para el terapeuta flexibilizar las ideas del paciente y generar alternativas?, o bien, ¿podría ser esta una oportunidad que facilite al terapeuta revisar sus propias ideas y que, por lo tanto lo induzca a crecer a cambiar con el paciente?

En las investigaciones realizadas por Orlinsky; Grawe; Parks (1994) se encontró que en un 66% de los casos considerados el vinculo terapéutico esta fuertemente asociado al éxito de la terapia, y que la contribución del terapeuta al vinculo se relaciona al éxito en un 53% de los mismos. Los aspectos del terapeuta que han contribuido a la eficacia del tratamiento incluyen su habilidad para: conceptualizar el caso, elegir las estrategias del tratamiento apropiadas e implementarlas en el momento adecuado, produciendo intervenciones asertivas en los planes de tratamiento consistente con su orientación teórica. Acentuamos la importancia de que el terapeuta se sienta cómodo y seguro con el marco de referencia y las técnicas que utiliza.

Otros estudios como el de Williams y Shambless (1990) demostraron mejores resultados en el proceso terapéutico cuando los pacientes perciben a sus terapeutas con un alto nivel de confianza.

Desde la perspectiva de J.Bowlby (1989), la relación terapéutica no esta solo determinada por la historia del paciente, sino que pone énfasis en la historia del terapeuta, quien deberá ser conciente de su propia contribución a la relación para poder actuar construyendo un vinculo de apego seguro. A grandes rasgos, la teoría del apego parte de la premisa de una tendencia innata, propia de la naturaleza humana, a establecer lazos emocinalmente íntimos con otros individuos, tendencia que mas tarde se organiza en tanto conducta de apego y que se mantiene y conserva a lo largo de toda la vida. El establecimiento de tales lazos emocionales apunta a la búsqueda de protección, consuelo y apoyo en otra persona a quien se supone dadora de dichos cuidados. Si bien existen múltiples combinaciones posibles entre los diferentes tipos de apego, es competencia del terapeuta poder detectarlas e introducirlas en la labor terapéutica. Cabe destacar que difícilmente consiga un desempeño exitoso, si previamente no a atravesado la experiencia el mismo el objeto de sus propias exploraciones. Con esto se esta haciendo referencia a que el terapeuta tiene como tarea previas y continua la revisión de sus propias relaciones de apego, en tanto que la comunicación emocional con su paciente desempeñará un papel decisivo en la labor terapéutica de reestructuración de los modelos operantes del paciente. Por consiguiente, observemos que ambos aspectos, personales y teóricos-técnicos, deben integrarse en vistas de configurarse como condiciones de posibilidad para el trabajo terapéutico.

Desde el enfoque cognitivo, Beck (1983) plantea la importancia de un vinculo de aceptación, empatía y autenticidad. Beck define la aceptación como “la preocupación sincera y el interés por el paciente que puede contribuir a corregir determinadas distorsiones cognitivas negativas que el paciente aporta a la relación terapéutica”, y agrega que el factor determinante no es la real aceptación, sino la percepción de la aceptación que el paciente tenga de su terapeuta. Es más probable que las personas cooperen cuando sienten que sus creencias y sentimientos son comprendidos y respetados. Este autor define la empatía como “la mejor manera que tiene el terapeuta para entrar en el mundo del paciente, ver y experimentar la vida como lo hace este”. Esto facilita la manifestación de sentimientos y cogniciones por parte del paciente y por lo tanto, favorece la colaboración terapéutica. Por último, Beck postula la autenticidad como un elemento imprescindible en la relación terapéutica que debe ir acompañada por la capacidad de comunicarle su sinceridad al paciente. En síntesis, este autor, respecto de la interacción terapéutica, enfatiza la confianza, el rapport y la colaboración.

En relación al entrenamiento del terapeuta hallamos los aportes de diferentes autores que son de interés para el enriquecimiento de la práctica profesional y que hacen posible la obtención de resultados de mayor confiabilidad a través de la misma.

El psicoanálisis fue el primer enfoque que incluyo en su entrenamiento profesional, la necesidad de un proceso del autoconocimiento de la persona del terapeuta, enfatizo la relación paciente-terapeuta como vehículo del tratamiento, estableciendo la necesidad del análisis didáctico para los terapeutas.

Freud (1933) teorizó acerca de la transferencia y la contratransferencia. Entiende la contratransferencia como los “sentimientos inconscientes” relacionas con los complejos neuróticos no resueltos del analista. Originalmente para Freud la solución para la contratransferencia era el análisis. En este sentido, Freud reviso el requisito del auto-análisis, como el proceso continuo de trabajo sobre si mismo para los analistas.

Tanto el programa de entrenamiento en terapia familiar de Filadelfia (Harry Aponte) como aquel diseñado por Joan Winter (ambos representantes de la perspectiva sistémica) coinciden en que un terapeuta es mas efectivo cuando se utiliza a si mismo para lograr la evolución tanto de su paciente como de su propia persona. Satir (1985, P.3) propone tres objetivos principales: 1) revelar al terapeuta la fuente de sus viejos conocimientos y su visión del mundo, 2) el desarrollo del terapeuta del conocimiento de sus padres como personas mas allá del rol de padres, 3) ayudar al terapeuta a desarrollar sus puntos de vista y definirse.

“La decisión de un terapeuta de focalizar su vida personal o su trabajo terapéutico varía, pero se supone que debe examinar ambos campos durante el período de dicho entrenamiento, ya que tanto la habilidad interna como la externa, así como la solvencia teórica y colaborativa son instrumentales para la creación de profesionales competentes” (Satir, 1972).

El programa de entrenamiento llamado “la persona y la práctica del terapeuta” pone énfasis en cuatro condiciones esenciales que el terapeuta clínico necesita para lograr un resultado terapéutico positivo (Winter, 1982 P 4). Las areas son: 1) posibilidades externas, la conducta técnica real utilizada por el terapeuta en el manejo de la terapia, 2) las habilidades internas como la integración personal de la propia experiencia del terapeuta para llegar a ser un instrumento terapéutico útil, 3) la capacidad teórica, o la adquisición de modelos teóricos y marcos de referencia, necesarios para identificar y guiar el proceso terapéutico, 4) la capacidad de colaboración, o habilidad para coordinar los esfuerzos terapéuticos propios con los de otros profesionales o agente, incluyendo médicos, docentes, abogados, otros terapeutas, etc.
Sin bien todas las condiciones presentadas son fundamentales, dadas las limitaciones que tenemos en la extensión de este trabajo, focalizaremos el centro de atención sobre la persona del terapeuta y la relación terapéutica, que entendemos como las variables fundamentales del proceso terapéutico.

La propuesta de Gallacher (1992 b) desde una perspectiva cognitiva, que desarrolla Sara Baringoltz, es el entrenamiento de grupos a partir de la supervisión terapéutica. El entrenamiento mediante el dispositivo de grupos favorece el despliegue de diferentes perspectivas y puntos de vista frente a la problemática presentada, alcanzando una visión amplificada y enriquecida tanto del paradigma del paciente como del terapeuta. Además, actúa como un espacio de contención y apoyo para los terapeutas favoreciendo la relación paciente-terapeuta. Son de supervisión porque se analiza la problemática del paciente y se elaboran estrategias para resolverla. Por ultimo, son terapéuticos porque se analiza el sistema de creencias de los terapeutas y su interacción con el paciente, buscando una flexibilización de los mismos, permitiendo detectar los esquemas y las creencias disfuncionales del terapeuta que pudieran obstruir el desarrollo de la terapia.

A modo de ejemplo, una terapeuta recientemente recibida atendió a una familia cuyo paciente identificado presentaba varias dificultades en el área social. Luego de 2 semanas, la madre le dijo a la psicóloga que no veía grandes cambios y no sabía que hacer con su hijo; para ella “estaba todo mal”. Frente a este planteo la terapeuta se preguntó a si misma: ¿por qué no logro grandes cambios? ¿Será que no sirvo como profesional? ¿Me habré equivocado de profesión? Frente a estos interrogantes, en un grupo de supervisión terapéutica se intentó desafiar estas distorsiones cognitivas: cuestionando la evidencia: ¿Qué te hace pensar que a partir de un solo paciente no servís como profesional? ¿A caso no hubo cambios? ¿Para quién son grandes y para quien pequeños?; a través de la reatribucion: ¿no será que la expectativa de esa madre era muy ambiciosa? ¿No será que esta señora, por esperar grandes cambios, no puede ver aquellos que por pequeños no dejan de ser de importante valor?, examinando opciones alternativas: todo reclamo de un paciente por esperar algo mejor ¿es un fracaso mío (terapeuta)? ¿Solo a mi me ocurre esto?

Esto permitió que la terapeuta examinara y analizara sus distorsiones cognitivas conduciéndola a obtener una visión mas amplia de la situación, incidiendo ello notablemente en el desarrollo del proceso terapéutico. “El grupo de supervisión terapéutica es un camino hacia el enriquecimiento del significado personal del terapeuta, se abre un espacio reflexivo-vivencial en donde los terapeutas encuentran un lugar diferente al de las supervisiones individuales, inclusive al del propio análisis, tomando conciencia de las propias creencias disfuncionales y su conexión con emociones no reconocidas que permiten mayor crecimiento tanto en lo profesional como en lo individual (Baringoltz 1992b)

Feixas; Miró señalan que la concepción del proceso terapéutico depende, en gran medida, del modelo psicoterapéutico que se adopte. Las construcciones del paciente y del terapeuta van configurando significados que facilitan, obstaculizan o detienen el cambio. Minuchin (1986, P.23) desde la perspectiva sistémica, plantea que existen muchos terapeutas familiares que, a pesar de utilizar magnificas intervenciones, estas resultan incorrectas cuando no guardan relación con la comprensión y las necesidades básicas de la familia.

Para Lambert (1989) “el psicoterapeuta es un factor importante en el proceso y resultado de la psicoterapia, la influencia del terapeuta permanece significativa aun en estudios donde los profesionales han sido seleccionados, entrenados, supervisados y monitoreados para minimizar diferencias en sus practicas”.

Para ir sintetizando, básicamente la formación requiere entrenamiento teórico práctico, ya que la teórica constituye el marco de referencia para la comprensión de los modos singulares de procesar la información de cada paciente y guía las operaciones para el cambio a través de diferentes técnicas. Sin embargo, se considera también que el exagerado control y dogmatismo del terapeuta perturban su flexibilidad y son predictores de resultados pobres. En cambio, una actitud mas flexible y abierta se relaciona con resultados positivos en psicoterapia.

En consecuencia, la persona del terapeuta esta involucrada en el vinculo y la reacción del cambio; por lo tanto, es necesario trabajar los materiales clínicos en supervisiones, asistir a ateneos, jornadas, congresos, etc. Baringoltz (1992c) dice “es fundamental centrase en las características del sentido cognitivo del terapeuta que actúan en el entrecruzamiento de creencias propias con el de los pacientes”

Dado que el terapeuta, en general, asume un compromiso con la labor psicoterapéutica su instrumento terapéutico es su propia persona, es fundamental que entonces cuente con un espacio de trabajo en equipo, donde se sienta contenido y acompañado, trabajando su persona como terapeuta y la de sus pares. Así mismo, tiene un considerable valor el hecho de contar con espacios de recreación, de descanso e implementación del humor, que producen distensión y mayo efectividad en su labor terapéutica.

Finalmente es relevante que el terapeuta cuente con una formación creativa, incluyendo la observación de si mismo y de sus propias experiencias internar.

Para finalizar por todos los interrogantes planteados anteriormente hemos decidido focalizar este trabajo en la persona del terapeuta. Creemos que a pesar del gran numero de investigaciones sobre el tema aun queda mucho por investigar.

Referencias Bibliográficas y Recursos

Aponte, H. Winter, J (1986) “La persona y la práctica del terapeuta, tratamiento y entrenamiento”, en el Congreso internacional de Terapia Sistémica, Filadelfia, USA.
Baringoltz, S. (1996) Integración de aportes cognitivos a la psicoterapia. Buenos Aires: Belgrano
Baringoltz, S. (1992a) “El proceso terapéutico como construcción de los protagonistas de la situación clínica”, en las segundas jornadas terapia cognitiva, San Pablo, Brasil.
Baringoltz, S. (1992b) “Enigmas y laberintos en el sesgo cognitivo del terapeuta”, en el congreso internacional de terapia cognitiva, Toronto, Canadá.
Baringoltz, S. (1992c) “Un viaje distinto”, en revista Argentina de clínica psicológica. Págs 16 a 20. Buenos Aires: AIGLE.
Beck, A. (1995) Terapia Cognitiva de los Trastornos de Personalidad. Buenos Aires. Paidós.
Beck, A. (1983) Terapia Cognitiva de la Depresión. Bilbao. Desclée de Brouwer.
Bolwby, J (1989) Una Base Segura: Aplicaciones clínicas de una teoría del apego. Buenos Aires. Paidós.
Chazembalk, L. (1998) Psicología Cognitiva: enfoque teórico- práctico. Buenos Aires. E.C.U.A.
Fernández Álvarez, H. (1997) Formación y entrenamiento de psicoterapia. Una perspectiva cognitiva. Desarrollos en psicoterapia. Buenos Aires: Ed. Belgrano. Cap. I, págs 27-45
Fernández Álvarez, H. (1996) “Características del psicoterapeuta”, en revista Dinámica. Año II, Vol. I, Nº 4, Págs 1-24.
Freud, S (1993). “Nuevas lecciones introductorias al Psicoanálisis”, en obras completas. Tomo III, Madrid: Biblioteca Nueva (1972)
Gallacher, P; Guilligian, P.; Cejas, N.; Rosenfeld, C. (1992) “La interacción de las cogniciones de los pacientes y los terapeutas, interjuego o enredo?”. En congreso internacional de terapia cognitiva, Toronto, Canadá.
López Mato y colaboradores (1997). “Teoría y técnica sistémica”, en Psiquiatría Neoclásica. Vol. II, págs. 133-149. Buenos Aires. Ananke.
Minuchin, S. (1986) Familias y Terapia Familiar. Buenos Aires. Gedisa.
Rodríguez Ceberio, M y colaboradores (1995) Teoría y Técnica de la psicoterapia Sistémica. Buenos Aires. E.C.U.A
Safran, J y Zender, S (1994) El proceso interpersonal en la terapia cognitiva. Buenos Aires: Paidós.Satir, V. (1985). Relaciones humanas en el núcleo familiar. México: Pax. 7ma. Edición

Fuente: Liliana Chazenbalk (Universidad de Palermo); Karina Mammi, Carla Nachman, Mariana Parera, Marina Reizes, Oscar Arcuschin (Hospital Álvarez), Dic, 2009

miércoles, 27 de enero de 2010

Enfermedad mental y cerebro


La huella física que dejan las enfermedades mentales en el cerebro

La tecnología permite detectar diferencias cerebrales en pacientes con ciertas patologías.

Imagen de resonancia magnética de un sujeto con talento matemático (Foto: Laboratorio de imagen Hospital Gregorio Marañón). MARÍA VALERIO

Los pacientes que sufren estrés postraumático parecen tener una parte de su cerebro (el hipocampo) algo atrofiada. En el caso de la esquizofrenia, la enfermedad produce un cierto ''adelgazamiento'' del lóbulo frontal; mientras que en las fases iniciales del Alzheimer se puede observar otro tipo de alteraciones en zonas relacionadas con la memoria. Éstas son sólo algunas de las pistas que comienza arrojar el campo de la neuroimagen sobre la huella que dejan las patologías mentales en la estructura y las funciones de nuestro cerebro.

El último avance en este campo se ha dado a conocer durante el congreso de la Asociación Mundial de Psiquiatría que se acaba de celebrar en Florencia (Italia). Un grupo de investigadores canadienses ha logrado identificar algunas diferencias en zonas del cerebro relacionadas con la atención y la concentración en varios soldados afectados por trastorno de estrés postraumático tras servir en Iraq y Afganistán.

Y aunque esta primera pista podría servir en el futuro para ''identificar'' a los pacientes afectados por esta patología, los avances en el campo de la neuroimagen (un área que dio sus primeros pasos en la década de los setenta) están todavía mucho más cerca de las aplicaciones básicas, de investigación, que de diagnóstico o tratamiento propiamente dichas.

"Cada vez contamos con técnicas más sofisticadas; y aunque no vamos a poder diagnosticar ninguna patología psiquiátrica con estas pruebas de momento, avanzar en el conocimiento del órgano cerebral nos permitirá saber mejor qué está alterado en cada caso", explica a elmundo.es Benedicto Crespo-Facorro, psiquiatra especializado en esquizofrenia del Hospital Marqués de Valdecilla de Santander.

Funciones y estructurasPara poder ''ver'' lo que ocurre en el cerebro prácticamente en tiempo real, los investigadores cuentan con dos tipos de técnicas, estructurales (que ven la parte más física, la anatomía del órgano) y funcionales, que lo analizan mientras realiza ciertas tareas: como el PET o la resonancia magnética funcional.

Esta última, según explica Santiago Reig, del Laboratorio de Imagen del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, "permite comparar qué neuronas están más activas en función del consumo de glucosa que realizan; es decir, dónde hay más flujo sanguíneo". De esta manera, se puede comparar al mismo sujeto en una situación de reposo o ante un estímulo, como una imagen, un recuerdo, o una tarea ("un pianista ejecutando una melodía, por ejemplo"); y ver qué áreas de su cerebro se ''encienden''.

El PET, por su parte, menos extendido para estas pruebas por tratarse de una prueba de medicina nuclear, utiliza la glucosa marcada con un fin muy similar. "Después de media hora en reposo, dejando que el cerebro capte la glucosa [que es al fin y al cabo, energía para las células], se puede ver qué áreas están más activas y comparar a distintos sujetos", explica Reig. De esta manera, por ejemplo, puede verse que un cerebro con esquizofrenia "tiene menos actividad en ciertas áreas de la corteza prefrontal que el de una persona sana; pero mayor dinamismo en la corteza visual".

El segundo tipo de pruebas capaces de ''leer'' cambios en el cerebro se denominan estructurales, tal y como aclara Benedicto Crespo-Facorro, miembro de uno de los grupos de investigación del CIBERSAM. "Éstas miden parámetros como el grosor de la corteza cerebral, la integridad de los tractos de sustancia blanca [el cableado cerebral] o el patrón de girificación cortical, es decir, los surcos que dan forma al cerebro", aclara.

Cautelas y futuro"La resonancia magnética anatómica es una especie de radiografía del cerebro para ver, por ejemplo, pérdidas de materia gris", añade en esta línea Reig. Por ejemplo, esta prueba ha permitido observar cierto ''adelgazamiento'' en el lóbulo frontal de pacientes con esquizofrenia; "algo que el cerebro parece ser capaz de compensar con un aumento del líquido cefalorraquídeo cortical".

Una idea en la que coincide Crespo-Facorro, que estudia una de las muestras más grandes de pacientes con primeros episodios de esquizofrenia y cuyas conclusiones indican que existen cuatro grandes alteraciones en estos sujetos: "Ya desde el comienzo de la enfermedad existe un aumento de los ventrículos laterales cerebrales, una reducción del tamaño del tálamo y del volumen global del cerebro y un aumento del líquido cefalorraquídeo cortical ".

Precisamente su grupo está siguiendo desde hace ocho años a jóvenes que han sufrido un primer brote psicótico; y trata de investigar si hay alguna correlación entre su evolución clínica y las anomalías anatómicas en su cerebro. O si, por el contrario, el tratamiento que mejora sus síntomas tiene algún reflejo en sus imágenes cerebrales.

Como señalaba el autor del trabajo canadiense sobre estrés postraumático, Florin Dolcos, de la Universidad de Alberta, "este campo está aún en su infancia; pero estos avances abren la posibilidad a que un día podamos ver este tipo de trastornos en el organismo de una manera tan clara como ya hacemos hoy en día con patologías como el cáncer o los problemas de corazón".

Fuente: Publicación virtual de El Mundo, España, ref. Asociación Mundial de Psiquiatría, 13 Abr 09